Por Carlos “Chingui” Méndez S.
Tema musical sugerido para escuchar mientras lees: Esta tierra es mia.
Reconozco el derecho de cualquier pueblo a defenderse de un ataque no incitado hacia su estilo de vida. En este sentido, reconozco el derecho del pueblo de Israel a defenderse del ataque de los líderes de un grupo religioso que no quiere su existencia. Eso lo entiendo. Similarmente, más a nivel local y acorde a nuestra historia, también reconozco el derecho de los Chapines a refugiarse en el ejército nacional ante ataques a nuestra nación, ya sea por propios locales o externos.
En general, reconozco el derecho de cualquier persona a defender su vida y propiedad, aunque también admito que estos conceptos requieren ser conversados y compartidos y, por ende, están sujetos a conflictos sociales. Pero ese es otro tema.
Sin embargo, NO reconozco el justificar cualquier uso brutal de la fuerza bajo el velo de: «me estoy defendiendo.»
Me alegra ver cuando los Chapines nos unimos, pacíficamente, a protestar por los abusos impositivos del gobierno, los privilegios entre servidores públicos, o por la corrupción. Pero igual indignación me parece que debemos mostrar cuando reconocemos el uso excesivo y brutal de la fuerza por parte de cualquier gobierno. De lo contrario, casi percibo una doble moral. Es como decir: «soy permisivo con el abuso de poder porque me están defendiendo».
Pongámoslo sucinto: una cosa es defenderme de un ladrón que amenaza mi vida y propiedad y otra que me defienda del ladrón y luego vaya a quemar el pueblo donde habita.
El grado de defensa también tiene límites morales. Lo dije antes y lo repito: la defensa, para retener sus atributos morales, debe ser precisa y exacta.
Chingui vV